Vivimos en un mundo que muchas veces parece una jungla de concreto, donde el ritmo agitado de la vida laboral nos envuelve y, a menudo, nos hace olvidar una verdad fundamental: no somos máquinas. Somos seres humanos, organismos biológicos que funcionan mejor bajo ciertas condiciones. La temperatura es uno de esos factores críticos. La legislación laboral internacional ha estipulado un límite de 30ºC para la temperatura en el lugar de trabajo. Pero ¿alguna vez te has preguntado qué significa esto para ti y para tu productividad?
Imagínate un día de verano abrasador en la oficina. El sol está brillando intensamente, las temperaturas se acercan a los 30ºC y el aire acondicionado parece haber decidido tomar un día libre. Sientes el calor, te sofocas, pero continúas con tu trabajo. ¿Cómo influye todo esto en tu rendimiento y bienestar?
El límite de 30ºC no se estableció al azar. Es una medida destinada a protegernos del calor excesivo, que puede tener efectos perjudiciales en nuestra salud y productividad. Si el termómetro supera los 32ºC, las empresas deben permitir a los empleados reducir su carga de trabajo. Y si llega a los 35ºC, los trabajadores deben tener la opción de abandonar el lugar de trabajo. De este modo, queda patente la importancia de garantizar un ambiente laboral seguro y cómodo, pase lo que pase con el tiempo.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), una rama de las Naciones Unidas comprometida con la promoción de condiciones de trabajo dignas, recomienda un ambiente aún más fresco. Según la OIT, la temperatura ideal no debería superar los 27ºC y la humedad relativa debería mantenerse por debajo del 65%. Estas sugerencias están respaldadas por numerosos estudios que han demostrado cómo las altas temperaturas pueden afectar negativamente la salud y el rendimiento de los trabajadores.
Aun así, estos límites de temperatura no son de talla única. Deben adaptarse a diferentes tipos de trabajo y a las condiciones individuales. Un trabajo físicamente exigente puede requerir un ambiente más fresco para mantener seguros y productivos a los trabajadores. Por otro lado, trabajos más sedentarios podrían tolerar temperaturas más altas. Y claro, la aclimatación de cada trabajador también juega un papel fundamental.
Los efectos de trabajar en calor extremo pueden ser graves, desde la deshidratación y los calambres hasta la fatiga, las náuseas y los mareos. Y eso no es lo peor. Cuando la temperatura corporal se acerca a los 40°C, el riesgo de sufrir un daño cerebral o incluso la muerte aumenta drásticamente. Por eso es fundamental entender los riesgos asociados con el calor extremo y actuar en consecuencia para prevenir problemas de salud.
Tanto los empleadores como los trabajadores pueden y deben tomar medidas preventivas. Beber suficiente agua a lo largo del día, evitar la cafeína y el alcohol en exceso, usar ropa adecuada y transpirable, buscar áreas frescas y bien ventiladas y abstenerse de hacer ejercicio físico en climas extremadamente calurosos son sólo algunas de las maneras de mantenerse seguro cuando las temperaturas suben. Porque al final del día, lo más importante es nuestra salud y bienestar.